¿Nuestro contexto limita o potencia nuestro éxito?5 minutos de lectura

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Tradicionalmente la sociología ha desafiado la idea común de que el surgimiento y la composición de las redes personales son simplemente el resultado de las preferencias de un individuo y esto puede limitar o potenciar nuestro éxito. Desde 1950 los académicos notaron que, independientemente de las preferencias de las personas, las oportunidades de contacto afectan el surgimiento, la composición, la estructura y la estabilidad de las redes personales.

Esto implica que con quien se trabaja, se socializa o, incluso, con quien se casa no es resultado únicamente de una decisión individual, sino que depende de condiciones que van más allá de lo individual. El contexto, es decir, el lugar de trabajo, de estudio, la colonia donde creciste, los grupos y asociaciones de los que eres miembro, etcétera…proporciona el conjunto de oportunidades que tienes para socializar y construir tus redes personales.

Si analizas, es muy probable que las personas que conoces se parezcan a ti en las características más básicas como el género, la edad, la raza y el nivel educativo. No obstante, también notarás que quienes hacen parte de tu círculo social pueden compartir características más complejas, tales como las opiniones políticas, gustos culturales y el humor.

Para ser sinceros, a pesar de que muchos de nuestros amigos tienden a ser similares, no lo sabemos porque no los elegimos por su similitud. Desde la perspectiva psicológica, esto se explica por algo llamado “atracción interpersonal”. Es decir, es más fácil, más placentero y emocionalmente más gratificante asociarse con personas que tienen el mismo interés y actitudes.

Sin embargo, desde la perspectiva sociológica, nuestras redes sociales no dependen únicamente de nuestras preferencias. Sino que dependen, en primer lugar, de a quién conocemos. Y esto depende de los contextos sociales donde nos encontremos.

Pero ¿Por qué el contexto limita o potencia?

Para responder a esta pregunta, es preciso definir el término “capital social”. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (2007), el capital social son  “los vínculos, valores compartidos y entendimientos en sociedad que permiten a los individuos y grupos confiar unos en otros y así trabajar juntos”.

Para nadie es un secreto que conseguir un trabajo, la casa e incluso la pareja que deseamos muchas veces depende de a quién se conozca.  Los científicos sociales hacen referencia a esto para aludir al capital social como aquellos beneficios que recibimos de nuestras relaciones sociales (Mollenhorst, 2009). Todos hacemos uso de nuestro capital social cuando solicitamos consejos, información o ayuda a nuestros contactos sociales, ya sea para adquirir un producto, entrar a una clase, inscribirse a una institución educativa o tomar una decisión personal o profesional. Por lo tanto, el capital social puede ser un factor crucial para lograr el éxito en la vida.

En nuestro caso, al incluir nuevos colaboradores o considerar candidatos a colaboradores para nuestra empresa requiere desapegarnos de las preferencias, gustos y tabús que hemos generado y adquirido con el paso de los años. Poder hacer esta diferencia será un parteaguas para considerar a los mejores candidatos para las necesidades reales de nuestra organización.

Sin embargo, no todos tenemos el mismo capital social. A saber, no todas las personas tienen las mismas posibilidades de crear conexiones sociales valiosas. Si nacemos en contextos privilegiados, es más posible que socialicemos con personas igualmente privilegiadas. Esto repercute directamente en las oportunidades que se nos presentan.

¿Qué es el capital social y en qué afecta?

Existe desigualdad en el capital social cuando “ciertos conglomerados de grupos se encuentran en posiciones socioeconómicas relativamente desfavorecidas, y la tendencia general es que los individuos se asocien con personas de características socioeconómicas o de grupo similares”. La desigualdad en el capital social, contribuye a aumentar la desigualdad social, en ámbitos como los logros socioeconómicos y la calidad de vida.

La implicación de lo anterior es que no todo lo que obtenemos o alcanzamos en nuestra vida es debido a la “meritocracia”, es decir, a nuestra capacidad individual y a nuestros propios méritos en comparación con los demás. Sino que gran parte de lo que logramos o no, depende de nuestro capital social. Por lo tanto, los contextos donde nos desenvolvamos y las relaciones que construyamos juegan un papel importante en nuestro crecimiento personal y profesional.

¿Pero cómo podemos cerrar este círculo vicioso? Retomando el concepto de que las relaciones sociales se dan de acuerdo a los contextos donde nos ubiquemos, es importante desde el ámbito personal y laboral, crear espacios que nos permitan tener más oportunidades de conectar con personas de diferentes niveles educativos, gustos, posiciones económicas y preferencias. De esta manera, podemos tener unas redes sociales más diversas y menos limitadas.

Bibliografía:

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